Para muchos de nosotros, las matemáticas son sinónimo de dolor de cabeza. Durante mis años escolares traté de que me gustaran… y fallé. Luego, cuando ingresé en la universidad y me encontré con la lógica simbólica, también traté de que me gustara… y volví a fallar.
Hay algo en los lenguajes formales que me seduce; quién sabe si es el exotismo de sus símbolos o la increíble potencia con que pueden representar los conceptos más abstractos, el caso es que una vez que trato de pasar de esos primeros niveles básicos y la cosa empieza a ponerse “pelúa”, se me hacen excesivamente ajenos, rígidos, llenos de reglas ocultas y, al fin y al cabo, incomprensibles.
Si sientes la misma frustración que yo, este interesante corto en el que se muestran situaciones de la vida real a través de fórmulas y gráficas, puede ayudarte a que te enamores de nuevo de las matemáticas:
Las matemáticas, considerándolas estrictamente, proporcionan no solo la verdad, sino también una belleza suprema; una belleza fría y austera, sin la magnificencia engañosa de la pintura o la música (Bertrand Russell)
Vía Microsiervos (y a su vez a través de @Urbanimia)
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