Nunca en mi vida logré armar un Cubo de Rubik, y debo admitir que siento envidia de esas personas que logran armarlos en segundos y hasta con los ojos cerrados. Pero alguien pensó más allá, alguien dejó a un lado los colores, no para darle un grado mayor de dificultad, más bien para darle la oportunidad de que muchas más personas puedan jugar con él, una de esas ideas que te detienes a pensar ¿cómo es que a nadie se le ocurrió antes?, es así como me sorprende este simple giro que le ha dado el diseñador alemán Konstantin Datz, cambiando cada color del cubo por su traducción a braille.
Simple y genial.
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