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Arte y Cultura en la Ciudad de los Techos Rojos: un llamado a la reflexión en medio de las manifestaciones en Venezuela

Nota: este artículo refleja únicamente las opiniones personales del autor. No expresa ni implica las opiniones individuales del resto del equipo de redactores de Camionetica.com, así como tampoco del equipo editorial de Caracarte. 

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Durante las últimas 3 semanas nuestra actividad camionetiquera ha sido prácticamente nula. Salvo un par de tweets y enlaces en Facebook, hemos detenido totalmente nuestras publicaciones de recomendaciones y artículos. Como podrán adivinar, esto se debe a la ola de protestas y manifestaciones que se están dando en este momento en diversas ciudades de Venezuela.

Desde hace más de 6 años, en Camionetica.com nos hemos dedicado a construir un espacio para la difusión de proyectos creativos, arte y cultura independiente, y tal como lo hemos dicho en ocasiones anteriores, nuestra única línea editorial –si es que acaso tenemos alguna– es evitar por completo temas sensibles en el ámbito de la política venezolana.

Sin embargo, aunque hubiésemos decidido mantener nuestras publicaciones regulares, hablar en estos momentos aerca de diseño o ilustración, como si nada estuviese sucediendo, representaría una acción que tendría un significado en sí mismo: a través de nuestra omisión, podríamos ser tildados de “ciegos” frente a la represión de las manifestaciones o en el mejor de los casos, que nos estamos evadiendo de la realidad.

Por otra parte, si nos dedicamos a publicar piezas de diseño con mensajes relacionados a las manifestaciones –como muchos medios culturales venezolanos están haciendo–, también estaríamos transmitiendo un significado específico, y a través de esto nos estaríamos pronunciando de manera irremediable, o bien a favor de los grupos civiles o bien de las políticas del estado venezolano.

Nuestra polarización se ha agudizado tanto que, en este momento, incluso el silencio tiene un significado. Pareciese que no hay nada que podamos hacer para evitar que se nos tilde de cómplices de uno u otro bando. Si lo pensamos con detenimiento, es realmente triste que en un clima de manifestaciones, en el que tanto grupos afectos al gobierno como opositores hacen alarde de la libertad de expresión, se termine generando una autocensura como la que siento al escribir todo esto.

Camionetica.com es un proyecto autogestionado y no recibimos recursos de nadie, incluso hace años que deshabilitamos los avisos de Google y solo percibimos ingresos de anunciantes que escogemos cuidadosamente. No somos portavoces de ningún movimiento anti-gobierno o pro-gobierno y cada uno de los que escribimos aquí cuenta con sus propios espacios digitales personales para hacer difusión de lo que cada uno piensa que es o no es correcto, para estar a favor o en contra de los sucesos que vive nuestro país y para expresar su apoyo o rechazo a las razones de fondo de este estallido.

Ahora bien, dejando muy en claro que este artículo no es una nota editorial y que responde únicamente a mi postura personal, creo que algo en lo que el resto del equipo camionetiquero puede estar de acuerdo conmigo –y me encantaría pensar que ustedes también–, es a la necesidad de rechazar el cierre sistemático de las arterias viales y la destrucción de nuestros espacios públicos (tu espacio público, mi espacio público, nuestros espacios públicos) con fuego, basura y barricadas, así como también a condenar de manera contundente los hechos violentos y las muertes de manifestantes, transeúntes y fuerzas de seguridad, sin importar el color político que le estén atribuyendo.

No son “tus muertos” o “mis muertos” y al igual que con los espacios públicos, la situación que estamos viviendo nos afecta a todos. No hablo de leyes, ordenanzas y estatutos, simplemente me apego al sentido común (1). Considero que el derecho a manifestarse de manera pública debe tener sus límites, al igual que el uso de la fuerza por parte de los organismos de seguridad debe tener los suyos.

Creo firmemente que cualquier manifestación debe ser creativa, positiva y llamar a la reflexión, no que sea violenta, impositiva y que llame a la confrontación, de la misma manera en que creo que los organismos de seguridad deben proteger y resguardar, no agredir a personas desarmadas ni ensañarse violentamente contra ellas, sean quienes sean.

Citando a Salvor Hardin, Alcalde del planeta Términus en la novela Fundación de Isaac Asimov: “La violencia es el último recurso del incompetente.”

Respeto sus opiniones, todas, pero no puedo estar de acuerdo en que la violencia destroce la ciudad por la que transito cada día y que aún con todos sus defectos, he considerado siempre como mi casa. Mi intención no es señalar culpables, iniciar un debate ni pronunciarme a favor o en contra de los acontecimientos que estamos viviendo, sino simplemente tratar de promover un mensaje de concientización, pues ahora más que nunca, debemos esforzarnos en preservar y respetar nuestros espacios públicos. Es fácil destruir con los pies aquello que con tanto empeño y dedicación se ha construido con las manos.

Luego de este largo preludio y como introducción a la serie de artículos en los que trataré de enfocarme durante los próximos días, quiero encomendar a todos los venezolanos a que reflexionen un poco antes de actuar y, a los caraqueños en especial, a que se reconcilien con nuestra ciudad, que acuna tesoros maravillosos en cada una de sus esquinas y está llena de gente que impulsa proyectos de altísima calidad y con un inmenso valor cultural.

Caracarte: Evolución

Revista Caracarte: Evolución

Caracarte es una revista digital independiente realizada por un grupo de jóvenes diseñadores venezolanos, orientada a la difusión de proyectos culturales:

Proyecto Caracarte busca integrar la cultura ciudadana caraqueña con la cultura del diseño, en pro de incrementar el nivel cultural de la sociedad, exaltar los valores ciudadanos y servir como plataforma de difusión para el diseño y las artes gráficas, propios de nuestra ciudad.

En esta segunda edición, Caracarte nos trae 84 páginas de imágenes, artículos y reportajes que nos acercan a nuestra ciudad y sus tradiciones, desde la historia de su fundación y desarrollo urbanístico, pasando por algunos de sus más importantes iconos culturales y arquitectónicos (como el teatro Teresa Carreño o el fenómeno de los centro comerciales), hasta entrevistas y reseñas a algunos proyectos creativos que han visto la luz bajo el cielo capitalino, como Venezuela CMYK (por nuestro pana camionetiquero, el diseñador José José Villamizar) y C8ricaturas.

Me es imposible no citar nuevamente a Gabriel García Márquez, tal como Caracarte lo hace en su editorial:

Pocas cosas me gustan tanto en este mundo como el color del Ávila al atardecer. Pero el prodigio mayor de Caracas es que en medio del hierro y el asfalto y los embotellamientos de tránsito que siguen siendo uno solo y siempre el mismo desde hace 20 años, la ciudad conserva todavía, en su corazón la nostalgia del campo. Hay unas tardes de sol primaveral en que se oyen más las chicharras que los carros, y uno duerme en el piso número quince de un rascacielos de vidrio soñando con el canto de las ranas y el pistón de los grillos, y se despierta en unas albas atronadoras, pero todavía purificadas por los cobres de un gallo. Es el revés de los cuentos de hadas: la feliz Caracas.

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Nota 1: Aunque a esto Descartes respondería “El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada uno piensa estar tan bien provisto de ella que incluso aquellos que son los más difíciles de contentar en cualquier otra cosa no tienen en esto costumbre de desear más del que tienen.” (René Descartes, “El Discurso del Método”) [Regresar]

Acerca de Dan

Daniel Yanes Arroyo: aunque estudió filosofía, saltó la talanquera al diseño, al que se dedica desde hace más de 10 años. Lector empedernido y amante de los gatos, el cine y el café. Trabaja como gerente de diseño en una empresa de desarrollo web y de vez en cuando trata de cazar tigritos interesantes a través de su pequeño estudio. Neurosis diaria en @ChowKaiDeng

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